8 de febrero de 2014

Sobreoperación. Uno de los primeros obtáculos del aspirante a trader.

La impaciencia nos lleva a la falta de disciplina y a la sobreoperación.

Tenemos unas “ansias locas” de ver una figura o señal que nos invite a operar. En los comienzos, cuando un trader quiere convencerse a sí mismo de que es capaz de ganarse la vida con el trading, siempre está tentado a entrar al mercado porque necesita estar dentro. “Necesita estar jugando”.

Podríamos llamar a este estado el “síndrome del jugador”. El objetivo que prevalece en el subconsciente del trader no es el hecho de ganar dinero para poder vivir o ser independiente económicamente, sino del hecho de “ganar”, “salirme con la mía”, “vencer”.

Este es un proceso poco profesional y muy peligroso, porque se trata de la etapa en la que es más sencillo fundirse una cuenta entera.

¿Cómo es posible?, se preguntará el trader tras haber abierto una posición y haberle saltado el stop (o cerrado su posición), nada menos que 5 veces en media hora? Casi ni se habrá dado cuenta de las excesivas entradas y salidas que está operando. Es una sensación similar a cuando vas conduciendo sólo un automóvil por la autovía, y a la vez pensando en otras cosas. De repente, te das cuenta de que has llegado a tu destino pero apenas recuerdas por dónde has pasado. No has estado atento/alerta, simplemente te has dejado llevar en piloto automático. El trader que entra en un estado de “piloto automático” no recuerda ni por un momento que es necesario que de vez en cuando eche un vistazo a sus reglas, su sistema o sus normas. Simplemente es llevado hacia a delante por una fuerza poderosa y desconocida, y no es consciente de qué es lo que ha hecho hasta que no finaliza su sesión. Esta sesión finaliza cuando el dolor y el remordimiento de haber perdido más dinero del estipulado en sus reglas le hace cerrar su pantalla, o bien, en un momento de lucidez.

Me recuerdo a mi mi mismo como si estuviese encerrado en mi burbuja, siendo hipnotizado por el oscilar del precio. En vez de levantarme del sillón, respirar, lavarme la cara, desconectar 15 minutos y oxigenar mi cerebro. Ahí me veo yo, siguiendo arriba y abajo esas velas japonesas que parece que se están riendo de mi. En ese momento ya no recuerdo mis reglas, mi sistema se ha vuelto peligrosamente flexible en mi cabeza, y actúo motivado por impulsos. En aquellos días tan sólo me salvaba mi prematuro y arraigado hábito de poner un stop loss al segundo siguiente de haber abierto una operación. De ese modo, día tras día mi cuenta bajaba, pero al menos en un continuo goteo, y no mediante cruentas sangrías. Eso me daba tiempo a reflexionar y esforzarme por mejorar.

En otro post voy a tratar de explicar los ejercicios que a un indisciplinado patológico como yo de momento le están resultando. Me queda mucho camino por recorrer todavía, pero cuando pienso en cómo era yo al inicio y cómo trabajo el trading ahora, me siento estupendamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario